El post de hoy se centra en los ultrasonidos. He querido
hablar sobre este tema porque es una de las primeras técnicas que he aprendido
y puesto en práctica como fisioterapeuta en proceso (estoy segura que muchos de
vosotros también) y a la que tengo un “gran cariño”. Así que veamos en qué
consiste y que beneficios nos puede ofrecer.
Antes de empezar debemos saber que, aunque los ultrasonidos
sea una de las técnicas más difundidas en fisioterapia, su éxito se basa en
resultados de carácter empírico, es decir, basados en la experiencia teniendo o
sin tener un conocimiento científico. Esto implica que no todo el mundo sea
partidario de esta técnica.
Ahora sí… veamos en qué consiste.
Los ultrasonidos es una técnica muy utilizada en
fisioterapia ya que es indicada para el tratamiento de muchas patologías. Es un
tipo de onda terapéutica no electromagnética que necesita un conductor (gel
conductor, crema conductora, agua, etc.) para transmitir su energía. Esto
implica que no tendrá ningún efecto sobre el organismo si no aplicamos el
cabezal de la máquina de ultrasonidos sin un gel conductor, por ejemplo.(
Aunque hoy en día estas máquinas te indican si se está transmitiendo el
ultrasonido o no).
Las frecuencias más usadas en terapia ultrasónica son las de
1 Mhz y 3Mhz, la primera penetra más que
la segunda. Por tanto si la patología se encuentra en tejidos más superficiales
utilizaremos una frecuencia de 3 Mhz, si por el contrario se encuentra en
tejidos más profundos utilizaremos una frecuencia de 1 Mhz. El tiempo de
aplicación irá variando en función de la superficie a tratar.
Efectos de los ultrasonidos:
Los ultrasonidos tienen efectos térmicos, mecánicos,
biológicos, químicos, de masaje y efecto placebo.
Con la aplicación de los ultrasonidos ocurre una agitación
del tejido, y esta genera calor. No está muy claro que este calor, efecto térmico, l o debamos considerar
una cualidad extra a los beneficios de los ultrasonidos, lo que sí sabemos es
que el principal beneficio se debe principalmente al efecto mecánico sobre los tejidos.
Debemos tener cuidado con los posibles efectos nocivos y no
producir quemaduras, sobre todo en zonas con hueso próximo. Para ello debemos
conocer bien las dosis que debemos aplicar y no dejar de mover el cabezal.
Podemos utilizar los ultrasonidos en fonoforesis (técnica que
emplea ultrasonidos para forzar que un medicamento aplicado tópicamente penetre
en la piel y en los tejidos subcutáneos) debido a que se produce un aumento de
la permeabilidad de la membrana a nivel celular y por tanto podemos administrar
por medio de un conductor sustancias que favorezcan la recuperación.
Los ultrasonidos aceleran los procesos químicos en la zona
en que se aplican, debido al efecto mecánico. Con la vibración del tejido
acelera los intercambios en la zona, aumenta el riego sanguíneo durante el
tratamiento.
Se han de tener en cuenta una serie de precauciones a la
hora de aplicar esta técnica:
- No utilizar en embarazadas sobre útero y tejido próximo, sobre protuberancias óseas, marcapasos, testículos, ojos, en general sobre zonas de aplicación directa con contenido elevado de líquido.
- No utilizar sobre o próximo a implantes metálicos, por el riesgo previsible de quemaduras.
- No utilizar en procesos artrósicos, ni en fracturas en proceso de consolidación.
- Atención a la dosis y al movimiento constante del cabezal en pacientes con pérdida de sensibilidad.
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